Últimamente, debido a que voy de hotel en hotel (sin contar como hotel una habitación triple en la que estuve recientemente con el Bola y la Perrina durante tres intensos días en Amsterdam), se ha ido elaborando una pequeña elucubración en mi cabeza, sobre un perfil psicológico, al que denomino, los acaparadores de la cosmética (LADLC).
Es común que en los hoteles ofrezcan productos de limpieza y cosmética, a saber:
- Kit de cepillo de dientes + sobre de pasta.
- Kit de gorro de baño.
- Kit de cuchilla de afeitar + sobre de espuma.
- Kit de limpia zapatos.
- Kit de champú + gel de ducha.
- Kit de jabones de manos.
- Kit de costura (aguja e hilo).
Resulta extraño que al llegar al hotel, los LADLC en seguida acaparan todos estos productos y los guardan en su maleta, esperando ansiosamente al día siguiente para seguir acaparando, e incluso esperar a un despiste de la señora de la limpieza para robar en el carro donde están estos productos. Conozco a muchas personas con esta manía, llamada “la manía Filipescu” (en honor a su máximo exponente). La cura muchas veces es imposible, y es muy común que estas personas tengan un armario en su casa lleno de estos productos, donde comparan la calidad de los gorros de baño seleccionados, e incluso se atreven a ordenar los productos por su calidad. Claro está que estos productos nunca serán usados, puesto que formarán parte de las vitrinas de este museo particular, un museo que no tiene nada que envidiar a grandes galerías internacionales.
Yo por mi parte, reconozco que una vez abrí el gorro de baño, curioso por saber si era un mito, o si por el contrario, era en realidad un gorro de baño espartano. Mi sorpresa fue mayúscula al comprobar el gorro, y espero nunca más volver a sufrir una experiencia tan bizarra
