viernes, junio 09, 2006

La carraca erótica

Ring, Ring, Ring, ...
Señorita: Buenas tardes encanto, en qué puedo servirte?
Individuo:
Buenas tardes Señorita, querría comprar una carraca.
Señorita: Cielo, no sé de qué estás hablando, pero te aseguro que te puedo hacer pasar un buen rato.
Individuo: sí, es cierto, me lo paso pipa con las carracas, ¿qué modelos tenéis?
Señorita: (un poco desconcertada) Cariño, de las que tu quieras, simplemente pide por esa boquita.
Individuo: (rotundo) pues me gustan las satinadas, con aspecto leonino. Cada vez que las veo no puedo quitar la vista de ellas, es como si tuvieran un imán, es algo imposible no?
Señorita: Si, si, es algo imposible. ¿No tienes algo de calor?
Individuo: sí un poco, pero pensar en las carracas satinadas me hace perderme en el jardín de los sueños, despreocuparme de la realidad, e incluso sentir la afilada punta del universo doblarse ante mi!
Señorita: podemos jugar con esa punta, yo tengo mucho calor, y...
Individuo: (cortando a la Señorita) ...y cuando esa punta se dobla, el tiempo se para, las dimensiones menguan, no es más que el principio del caos, pero eso sí, un caos ordenado.
Señorita: (enfadada) Oye tío, ¿para que llamas a un teléfono erótico? ¿Eres uno de esos tios raros?
Individuo: (enfadado) Oiga Señorita, yo sólo he llamado preguntando por carracas, es usted una desconsiderada y me parece que le falta un poco de educación. Espero que en la ambiguedad que nos permiten los límites del lenguaje sepa Usted comportarse como es debido. Espero que reconsidere su situación y rol fundamental en la vida. Adiós.
Señorita: (flipando) Adiós perturbado.
Plof.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu escrito despierta muchas cuestiones y castiga mi intelecto, es caos en estado puro...

Insto a la buena digestión de este manjar, es un fruto prematuro de un autor en franca progresión.