Nunca uno deja de sorprenderse de los vericuetos que toma la vida en su rápido caminar; y más aún hoy, donde he podido presenciar un acontecimiento que me ha hecho pensar muchas cosas, y como no, aprender de la vida.
El caso es que vivo cerca de la Casa de Campo, y como me he comprado una bici hace poco (ya hablaré de ella otro día), pues hay que aprovecharla, y para ello siempre salgo por la Casa de Campo.
Allí la verdad es que parece que entras en un nuevo mundo, no parece que sea Madrid; vengo de comerme mil atascos en la maldita M-30 y al entrar en la Casa de Campo es como entrar en otra dimensión. La sensación al entrar en la Casa de Campo es extraña, puesto que me recuerda mucho al Monte el Viejo de Palencia pero al ver a las prostitutas parece una mezcla entre el Monte el Viejo y una película de Almodovar. La verdad es que donde voy hay muy pocas y no hay ningún problema al pasar cerca de ellas, es más siempre saludan
Pero no es ahí donde quiero llegar; el otro día iba yo subiendo una cuesta con mis riñones y mirando hacia arriba veo una liebre marrón, blanca y negra mirándome como subo. Yo pienso, joe que tía, ¿estará flipando o riéndose de mi? Y nada, yo sigo subiendo (a unos 6Km/h) y cuando estoy a menos de 5 metros pega un brinco y se pone al lado sin parar de mirarme; en ese momento pensé en la historia del sapo encantado que es un príncipe y llegué a creer que la liebre podía ser algún ser encantado, puesto que la chula de ella no paraba de ver cómo sufría yo... Aunque también me acordé de la película de Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y me entro miedo de que fuera como el conejo asesino ese y me saltara al cuello buscando mis amigdalas...
Pero lo mejor de todo ha sido hoy; nada más salir empezó a llover como si fuera gratis, y claro, me he mojado por todos los lados, pero según la Ley de Konstaniskov, cuando llueve hay barro, y claro, las cubiertas que tengo parecen de pichi-glass, puesto que se han llenado de barro tanto que ya no iba rodando, iba deslizandome, y claro me he caido dos veces . No podía cambiar, ni frenar ni nada, solo deslizarme, y pongo los pies para parar y sigo deslizandome cuesta abajo hasta que claro, me caigo ya medio rodando xDDD
Estaba la bici llena de barro que pesaba mil kilos, yo lleno de barro por todos los lados porque saltaba de la bici y tirado por el suelo, cuando de repente oigo un ruido raro, como un gruñido..beeegrrer. Miro y hay una oveja; (yo ya pensé en la oveja asesina, que podían haber pensado los de Monty Python); ya como estaba un poco ido, pensé en ir a saludara; me voy acercando y me sigue gruñendo...beegrerer...joe que mal humor tiene...voy a darle un poco de agua para que se calme.
Pero fijándome bien, veo que tiene algo entre las patas..una ovejita pequeña!!! blanca entera manchada de sangre, parecía un muñeco, no podía casi ni mantenerse en pie, y encima con el barro se resbalaba cada dos por tres.. No paraba de mamar de la oveja, pero parecía que se lo iban a quitar, joe que viajes metía!!! Y la oveja seguía gruñendo...beeeegtrere...joe que sí, que ya te he oídoooo.
Me fijo mejor y veo las piernas de la oveja llenas de sangre, y su parte “posterior” llena de sangre también, y de vez en cuando caen al suelo una masa roja y blanca haciendo “choff”...arrrgghhhh que será eso? por eso gruñe la tía!! La ovejita pequeña tiene lo que supongo que es el cordón umbilical colgando..no sabe andar Así que me acerco un poco despacio, para no enfadar a la madre, y viene hacia mi la ovejita, quizás pensando que soy el padre Y claro, pues la cojo un poco y la doy caricias, que parece que le gusta, no para de investigar con todo. Incluso le doy un poco de agua con mi ponchera y parece que le gusta.
La madre también viene a que le de unas caricias y me pongo a pensar. Está lloviendo, se oye el tráfico de la M-30, se ve Madrid todo negro, estoy mojado y lleno de barro, acariciando a dos ovejas, a 200 metros de prostitutas, chulos y gente extraña (algún friki puede que haya). Entonces pude saber por qué la vida escoge a veces caminos sinuosos...
Después de estar un rato con ellas, me despedí, y ellas me dedicaron un par de beeeeeee y yo me lancé a tumba abierta para casa, saltando el barro por todos los lados y deseando que no estuviera el portero de mi casa para que no me viera subir la bici llena de barro en el ascensor
Cené una ración de realidad
jueves, mayo 08, 2003
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