miércoles, diciembre 08, 2004

El hombre que quería ser cebra

Siempre he querido ser una cebra. No sé realmente porqué, pero siempre me ha atraído la sensación de correr libremente por la sabana viendo cómo se mueven mis rayas. Porque mis rayas no son unas rayas cualquiera, no, son unas rayas blancas y negras, que dibujan finas curvas sobre mi piel, recordando en esos dibujos cada una de mis aventuras.

Porque las cebras tenemos aventuras y anécdotas, y no sólo consiste nuestra vida en dormir, comer, y correr más que la cebra de al lado cuando nos atacan. Y también tenemos nuestros secretos, o ¿acaso algún visitante casual conoce como nos reimos? ¿O acaso cómo lloramos?

De hecho contaré algún día una de mis últimas aventuras, a ver si de esta forma consigo introduciros el mundo de las cebras, puesto que una vez que se entra, ya no se sale (puede ser algo parecido al proyecto Mayhem). En fin, una vez dicha la advertencia, puede elegir la planta roja o la planta azul, a gusto del consumidor.

Espero no volver a tener más estos sueños extraños.

No hay comentarios: